miércoles, 4 de mayo de 2011

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En la noche de los tiempos, cuando aún existía una sola religión, en nuestro planeta azul, no se conocía el miedo, la ambición, la ira, la lujuria, la gula, el temor, la inseguridad, el estrés, el resentimiento, el trauma psicológico, la demencia. Los animales no eran salvajes porque convivían con los hombres, se comprendían y se entendían. No existían propiedades privadas.
Gradualmente, y con la degeneración en nuestra forma de pensar por creer solo en las fascinaciones mayores, que cada vez iban proporcionando los cinco sentidos: la sensación del poder someter a otros hombres, por su inteligencia, por su capacidad de tomar mejores decisiones, por su capacidad de acumular dinero más rápido, por su capacidad de cambiar actitudes en las personas y en las multitudes con el uso indiscriminado de los placeres que puede proporcionar el cuerpo a través de los sentidos (hedonismo), y el abuso de sustancias alucinógenas, inclinando cada vez más a las multitudes y en especial a los individuos para que confundan a la ambición y avaricia como una competencia sana, y a los placeres de los sentidos como el mejor bien que puede obtener una persona, un pueblo.
Los resultados son bien conocidos, al punto que la tecnocracia con el apoyo cada vez mayor de las distintas “ciencias” que ahora se atreven a someter a nuestro planeta y a la madre Naturaleza al servicio de los que tienen el poder del dinero, para lucrar más; es decir con la transformación  de la mayor parte del conocimiento al servicio de estas doctrinas hedonistas, muy bien maquilladas a través de los medios de comunicación masiva, se continúan cambiando los cada vez más obsoletos valores morales, por los valores que puede disfrutarse con la posesión del mayor dinero posible, al punto de convertir a las ciencia políticas de los más importantes filósofos y gobernantes en poco menos que pensamiento y reflexiones inservibles, para un mundo tan “moderno y pujante” como el actual.
Solo existen pocas personas se dan cuenta que este mundo “tan evolucionado”, no trae progreso si no maquillaje de estar progresando, no trae felicidad, si no infelicidad, no trae seguridad si no inseguridad, no trae mejor educación si no demasiada información no clasificada, no trae equidad si no más desigualdad, no trae mayor solidaridad si no mayor competencia desleal; y el que no sabe trabajar con malas artes, no obtiene riqueza material ni hedonista…que es lo apreciado como éxito y saber triunfar.
Existen Sociedades Secretas que se han mantenido muy discretas, logrando mantener enseñanzas  primigenias que privilegian el conocimiento verdadero de la persona, para que ésta se pueda convertir en sabiduría.
La cofradía de los Esenios ha permanecido oculta al conocimiento profano por lo hermético de su enseñanza, por la elevada misión que les correspondió cumplir